Macarena, Sebastián y Pedro

 

«Somos una familia chilena un poco itinerante. Por motivos de estudio, durante los últimos tres años nos hemos movido entre Amsterdam, Santiago de Chile y Barcelona.

Cuando llegamos a Barcelona, en mayo de 2015, nos enfrentamos a la difícil decisión de elegir un jardín de infancia para Pedro. Estando en Santiago durante los ocho meses anteriores, habíamos probado con dos jardines que representaban un mismo modelo pedagógico basado en la escolarización temprana de los niños y niñas y en el que nos enterábamos de lo que pasaba con nuestro hijo a través de una breve reseña escrita por las educadoras.

Esa era nuestra corta experiencia familiar con el sistema educativo y por eso cuando conocimos el proyecto Las Minhocas nos pareció una tremenda oportunidad para explorar un modelo educativo más abierto a las familias y centrado en las necesidades de los niños y niñas. Y la verdad es que después de un año podemos decir que no nos hemos equivocado.

Participar en las Minhocas nos ha permitido ser corresponsables del proyecto educativo y formar parte de una pequeña comunidad en la que hemos podido compartir nuestras experiencias, ideales y sueños, pero también nuestros temores, aprehensiones e inseguridades. Esta experiencia nos ha permitido salir de una crianza aislada y conectarnos con otras familias que están viviendo experiencias similares a la nuestra. Asimismo, la participación en las decisiones y en las actividades cotidianas (como por ejemplo el cocinar para todo el grupo cada dos semanas) ha sido fundamental para construir un sentido de pertenencia hacia el proyecto, para sentirlo como un proyecto que nos pertenece a todos y en el que todos ayudamos a darle vida.

La participación en las Minhocas también nos ha demostrado que son posibles otras formas de educar, que es posible construir alternativas a una escolarización rígida y estructurada. En las Minhocas nos hemos encontrado con un proyecto educativo respetuoso de los tiempos, necesidades e intereses de los niños y niñas.

Pero quizás lo que más nos gusta es que cuando preparábamos este breve escrito le preguntamos al Pedro: ¿Hijo, qué es lo que más te gusta de las Minhocas? Y la respuesta fue corta, tajante y sin vacilaciones: Adri y Tau (Clau).»

 

Paloma, Luiz e Liz

«Liz está começando na escola pública. E eu poderia escrever um textão sobre essas mudanças. Poderia escrever vários textões, na verdade. Um só sobre o carinho, a base incrível e tudo o que ela recebeu em Las Minhocas, que com certeza forma parte do que ela é hoje.

Lá eram poucos os pequeninos, e todos se tornaram irmãos. Olhavam nos olhos, tinham muito respeito e amor mútuo. E nunca, nunca estavam desassistidos. A adaptação era gradual, pra amortecer o salto, tanto das crias quanto das famílias. E cada vez que uma mamãe ou papai iam embora, lá estava um colinho disponível pra acolher o pequeno. Nas Minhocas fala-se três idiomas, e enquanto Liz aprendia os outros dois locais, sabia que seria compreendida com seu idioma materno. Jamais precisamos de um caderninho de recados, porque a comunicação se dava diariamente, cara a cara. As educadoras, como fadas madrinhas, sempre estavam a par de tudo, nunca faltou informação. Todas as famílias tinham as chaves da escola, e as decisões eram tomadas conjuntamente. Era um clima meio mágico. Na escola nova a coisa vai por utro lado.

Não ruim, mas diferente. O coração aperta ao ver aquele monte de criancinha tendo que se virar com os turbilhões de emoções porque as professoras estão tentando dar conta de tudo e tantos ao mesmo tempo. Os prantos dos pequenos, mães chorando na saída, o caderninho de recados, os brinquedos de pilha… Tudo isso são novos desafios batendo à nossa porta, diferentes dos que tínhamos antes. O tempo verbal deste texto não se aplica à existência das Minhocas, pois eles seguem firmes, no mesmo esquema, e com vagas abertas! Mas conjugo este passado recente com tom de saudade, porque de certo modo preciso viver esse luto pra poder incorporar a nova fase, que a Liz – a partir da base que recebeu – está tirando de letra. Obrigada Minhocas!»

 

Luciana, Alejandro y Cata

«Estos dos maravillosos años que hemos formado parte de las Minhocas han sido una de las mejores experiencias que hemos tenido con nuestra hija Catalina.

Adri, Clau y las familias que constituimos este gran proyecto nos hemos sentimos parte de algo perfecto. Sin necesidad de decirlo, hemos sido una familia con la que se puede contar. Hemos aprendido mucho, hemos compartimos todo. Esta frase resume bien lo que sentimos cuando echamos la vista atrás. Hemos disfrutado viendo crecer a nuestra niña rodeada de amor y tolerancia y siempre bajo un precepto fundamental: la felicidad común.

Este ultimo año se acrecentaron las ganas de hacerlo mejor, de no repetir los errores del pasado; manteniendo las ideas originales, pero sumando la preocupación y la dedicación en lo referente a los alimentos. Es tranquilizador y satisfactorio saber que nuestros niños comerán día tras día lo mejor que les podemos ofrecer. A través de la organización y profesionalización del proyecto, las educadoras han logrado proporcionar un espacio para desarrollar la parte pedagógica en un ambiente agradable. Nunca dejaremos de agradecerles su cariño y su dedicación.

Tuvimos el placer de compartir este grupo con familias excepcionales, que brindaron cariño y tolerancia a raudales. Nos toca partir, seguir nuestro camino. Tomar decisiones siempre es doloroso y los cambios nunca son fáciles, pero con la experiencia de estos años nos sentimos más fuertes y seguros.

¡Hasta siempre Minhocas! Gracias por todo.»

 

Karma, Alberto i Ona

«Vam trobar Minhocas després de molt de temps de buscar un projecte d’educació. De seguida vam intuir que era el lloc adequat per a la nostra filleta, tant per la confiança, l’organització i la professionalitat que transmeten les acompanyants, com per la ràtio de nens. Un projecte molt cuidat, segur i encantador. Amb objectius pedagògics clars i alhora flexible en les qüestions quotidianes. Gràcies!»